" ...Con gratitudine conserva memoria di coloro che il Padre ha già chiamato nella sua Casa: alla divina misericordia affida la loro vita ed eleva suffragi..." (Cost. n.23)

 

Rolando Contreras Morales, el hermano global De Teodoro y Fresia nace, el 7 de enero de 1958, en la oficina salitrera de Humberstone, en pleno desierto de Atacama, en el extremo norte de Chile, es bautizado en la cercana parroquia de San José de Pozo Al Monte el 7 de julio del mismo año, en medio de la pampa del Tamarugal, donde árboles fuertes se desarrollan con dificultad en el desierto, pero que absorben cada gota de agua que transporta la niebla, a semejanza de la savia del Espíritu Santo que vitaliza hasta lo más árido.
Devotísimo de la Virgen del Carmen, cada vez que subiendo al Santuario de la Virgen en La Tirana, visitará su pueblo natal hoy abandonado y lo recorrerá con mucha emoción. El desierto marca su vida, la soledad, el silencio interior y la reflexión ante la inmensidad de Dios, en la arena del desierto y las montañas con sus distintas tonalidades ocultando sus metales, así descubre la rudeza de la vida que más adelante en compañía de sus 11 hermanos lo hará emprender el trabajo desde la primera adolescencia.
De su madre, ciertamente aprendió a amar, en primer lugar su familia biológica, pero también a su familia religiosa y por así decirlo a la familia global, siempre atento por su padre, sus hermanos, sobrinos, primos y tíos, lugar que visitaba era un lugar para encontrar un pariente cercano o lejano. Desarrolló su apostolado entre las familias visitándolas, acompañándolas en la pobreza y enfermedad, en las celebraciones, momentos de alegría y dolor. Era convocado o irrumpía entre las familias cuando había algún problema de compresión, comunicación o división, dedicó horas de su vida llamando a la unidad, a recuperar el amor y el sacrificio por la familia, a pesar de su poca instrucción las personas reconocían su sentido a favor de la familia.
Otra característica reconocida y valorizada por todos en Rolando, que siguiendo la indicación de Pedro en casa de Cornelio, “no hacía acepción de personas”, intuye en todos, varones y mujeres, niños y ancianos, ricos y pobres, enfermos y sanos la imagen y semejanza de Dios, visitaba todos los barrios, cárceles, hospitales, clínicas y cementerios de la segregada sociedad chilena. Todos siempre quedaban reconfortados por la naturalidad con que cultivaba las relaciones interpersonales.
También tenía sus preferencias políticas, pero por la Política con mayúsculas, la que busca el bien común de acuerdo con la doctrina social de la iglesia, se informaba, estaba pendiente de los acontecimientos de la historia de su pueblo. Tenía una especial sintonía con las personas necesitadas a las que también encausaba para que utilizaran los servicios sociales del estado. Valorizaba sobremanera la democracia, seguramente porque sufrió en carne propia las dificultades que ocasionaron los días grises y dolorosos de la dictadura militar. Tenía conocimiento de los personajes que forjaron la vida sindical y política, su madre fue una reconocida dirigente social, además acompañó a muchos que quedaron excluidos y marginados por sus opciones políticas en los centros de detención y el exilio.
El servicio marcó su vida desde siempre, en su propia familia, pero también entre las personas de su barrio, trabajó varios años en el hospital de Arica cuidando ancianos donde no dejaba de utilizar parte de los pocos recursos que conseguía para sepultar difuntos abandonados o sin familiares.
En un trabajo de promoción vocacional al norte de Chile conoce la Congregación, el primer contacto es con P. Silvano Poletto, quien lo invitará al “ven y verás” de esta forma llega a Renca en 1981, con mucha esperanza y alegría a concretizar esta llamada, acá permanece por 3 años de preparación y estudio no sin dificultades. Se familiariza con la misión de la Congregación entre los necesitados y especialmente lo discapacitados donde con alegría va descubriendo el rostro de Cristo entre los más pequeños. Es acá donde tiene sus primeros encuentros con el idioma italiano que estudiará en distintas etapas llegando solo a un “itañolo” incipiente, pero con mucha expresión y vehemencia que confundiría a muchos.
En año 1984 hace su noviciado en Tapiales, son los años en que la integración de muchos estudiantes procedentes de los distintos países que conformaban la Provincia ocasiona una rica experiencia de interculturalidad que sirve para asimilar los propios valores culturales, religiosos, pero también cargados de nacionalismo que hacían un tanto difícil la convivencia, pero como Pablo se hizo a todas las nacionalidades. Luego tiene una fuerte experiencia de servicio con los ancianos junto al noviciado, son ellos los que recibirán sus atenciones básicas y de enfermería, al compás de algún tango.
Su corazón permaneció siempre en Batuco donde conoció la cruz de los benjamines de la Providencia, pero también conoció y amo su propia cruz. Por varios años y en distintas temporadas trabajó en los varios servicios en la casa, enfermería, lavandería, búsqueda de recursos y sacristía. Los buenos hijos le transmitían el agradecimiento, la fe, esperanza y la perseverancia en los momentos difíciles como cuando se descubre su insuficiencia renal, que luego de un buen momento, gracias a la donación del riñón de su hermano, llegarían otras complicaciones de salud y animo.
Muchos se lo recordaran con su sonrisa, el ruido de sus carcajadas y la voz potente de sus canciones, prefiero recordarlo como el "hombre humilde" que conociendo sus limitaciones y defectos nunca hizo ostentación de lo que no era, vivió su propia verdad, como don de la gracia de Dios, no aparentando grandeza ni mostrando máscaras, siempre amó sus orígenes y aceptó con grandeza sus debilidades; gran mensaje para este mundo de las apariencias y competencia desenfrenada.
Nació pobre, vivió pobre y el 12 de abril de 2021 en Renca donde comenzó su vivencia como guanelliano, muere pobre. En la oración que elevo por su persona, veo al Santo Fundador junto a todos los necesitados que lo invitan a cantar el himno: Bienaventurados los pobres, porque está escrito que de ellos es el Reino de los cielos.

P. Nelson Jerez S.